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viernes, 5 de abril de 2013

Hilos y agujas




Recuerdo a mi abuela, una hermosa señora de años, ¿Cuantos?, no sabría decir con exactitud, pero si les diré que era la mejor mujer del mundo.

Siempre seria, trabajaba mucho  y casi nunca sonreía  tuvo once hijos y a todos amo como a uno solo.
Estaba enamorada locamente de mi abuelo y cuando el se fue, ella sufrió mucho.
El no se fue porque quiso, la muerte se lo llevo contra su voluntad.
Esto le afectó muchísimo, creo que tanto así que envejeció diez años instantáneamente con su partida.
Después de sus quehaceres se sentaba en su vieja silla, creo que tan vieja como lo era ella...  y se ponía a coser.
Sus manos siempre laboriosas no podían estar quietas, lavaba, cocinaba, limpiaba y cocía  hacia sabanas , cobijas y remendaba los calcetines agujerados de sus hijos...
Era una artesana sin darse cuenta lo valiosa que era en verdad.
Una noche comenzó a toser, era una tos seca y majadera como ella decía.
Casi no dormía y aun así se levantaba con las primeras claras del día.
Yo en mi cama , podía escuchar el rastre de sus viejos zapatos en el piso de madera, los cuales solo asomaban sus puntas bajo la larga falda café que era su favorita.
El ruido no me molestaba , al contrario , sabia que a mi despertar , el olor a café fresco y deliciosas tortillas en el comal me estarían esperando.
Era muy hacendosa y nunca se le miraba quieta, corría de un lado al otro en la casa buscando que hacer, sumida en sus pensamientos...
Creo que de alguna manera el estar así, le hacia menos dolorosa la partida de mi abuelo.
En las noches frías siempre teníamos cobijas extras porque ella no paraba de coser.
Una noche no tomo sus hilos ni agujas, solo se sentó en su vieja silla, miraba con cierta tristeza el techo y recorría con su mirada todo a su alrededor, yo entre a la habitación y ella ni siquiera se percato de mi presencia.
estaba muy  sumergida en sus pensamientos, sentí un poco de temor ya que nunca le había visto así.
Después de unos instantes se dio vuelta y me miró, yo quede de pie ahí  mirándola , una leve sonrisa se dibujo en sus labios y extendiendo sus brazos me pidió que me acercara.
Me acerque y en ese momento me dio un abrazo tan fuerte que casi me sentí ahogar.
No entendía lo que le pasaba, pero me sentí tan bien en sus brazos, cálido,  suave , tan lleno de amor, y su sonrisa, me sentía privilegiado al ser el primero en verle sonreír.
Yo cerré mis ojos y  la abrazaba también, así duramos no se cuanto tiempo, cuando alce la cabeza para verle , vi que dormía  no quise despertarla, así que le puse sobre sus piernas  una de las cobijas que aun no había terminado de coser pero que era la que estaba mas cerca en ese momento, y me fui a dormir.
Unas horas después el llanto de mi madre me despertó abrupta mente  y corriendo hacia el cuarto de mi abuela vi que todos lloraban a su alrededor.
No entendía lo que pasaba , mi madre me vio y corrió a abrazarme , cuando lo hizo yo la mire y le dije.....   Creí que dormía.
Han pasado los años y el recuerdo que me traen cada vez que tomo en mis manos hilos y agujas , es la ultima y bella sonrisa que me regalo mi abuela antes de morir.
Escrito Por Beyanira Aguirre

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