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domingo, 24 de febrero de 2013

Caricias de consuelo ( Primera Parte )


( I )


Quien pudiera decir lo que pensaba en ese entonces, sentado sobre el viejo sofá frente a la chimenea, su mirada fija sobre las bamboleantes llamas, describían escasamente lo que guardaba en su alma.
Sin duda alguna su pensamiento se remontaba a un lejano recuerdo que le causaba  nostalgia.
Sus cabellos emblanquecidos , así como el ceño fruncido, demostraban que su paso por el tiempo no había  sido placentero, pero el escaso brillo en su mirar que de cuando en cuando se dejaba ver, advertía el paso de un amor apasionado que habitó en su pecho alguna vez.
Su nombre era Samuel. Gustaba de estar solo y hablar poco por no decir que casi nada, sus rasgos ya gastados dejaban ver que en sus mejores años, fue todo un galán erguido y jovial, imposible  negar que quizás sobre su brazo  llegó a pender una joya joven y hermosa  como lo eran las jovencitas de aquellos días.
Cuando recién llegó al pueblo, las mujeres del lugar no podían dejar de sentirse atraídas por el, algunas se dedicaban a vender sus amores en las esquinas oscuras del pueblo y cuando le veían pasar , no dudaban en ofrecerles  sus pasiones,  pero él solo sonreía con algo de nostalgia y seguía su camino.
Muchas hubiesen estado dispuestas a colarse entre las sombras de su aposento y embriagarle de besos, solo por una noche de placer a su lado... si tan solo él lo hubiese permitido.
Al mirarle ahora sobre aquel sofá, surge la interrogante que cualquiera en mi lugar se habría hecho.
¿Que fue de aquel  hombre que hoy yace cansado y solo sentado sobre ese viejo sofá?
Nadie lo sabía, si había tenido un pasado, se había  encargado él mismo de enterrarlo.
...... El reloj avanzaba y el fuego de la chimenea poco a poco se escondía tras la cenizas de los grandes leños secos, que minutos antes ardían y ahora solo eran un chispazo en la oscuridad.

Resignado el pobre hombre de su aburrida existencia, metió la mano en el bolsillo de la chaqueta, sacó una vieja pipa, la encendió con lentitud aspirando en tres ocasiones muy distante la una de la otra, el humo del tabaco que comenzaba a quemarse y poniéndose en pie, apagó el ultimo destello de luz que brotaba de la chimenea para dirigirse  a su cuarto donde se perdió entre las sombras.
Continua...
(Por: Beyanira Aguirre)

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